Dado a este nuevo orden mundial, en donde un virus hizo que cambiaríamos totalmente nuestra forma de vivir y de pensar, es muy común sentirse frustrados, entendiendo como frustración ese sentimiento desagradable que se experimenta porque nuestras expectativas no se ven satisfechas, o dicho de otra manera cuando no conseguimos lo que queremos, como lo queremos y cuando lo queremos.
Esta nueva normalidad, nos ha hecho replantearnos desde lo más simple hasta lo más complejo en la manera en como veníamos viviendo, lo que nos hace que la afrontemos desde dos puntos de vista, bien podemos tener un alto nivel de tolerancia a la frustración y convertirnos en personas capaces de persistir, no tirando la toalla en ningún momento, o por el contrario podemos tener un bajo nivel de tolerancia y abandonar a la primera de cambio, sintiendo que nada tiene sentido y vivir con rabia, ansiedad, angustia y apatía.
En lo personal considero que debemos aprender a lidiar con la frustración ya que esa misma incomodidad es la que hace que nuestras neuronas se activen y busquemos soluciones en vez de quedarnos estancados en el problema. Nos hace pensar de manera más creativa, haciéndonos fuertes y resistentes.
Y es que hay que ser sinceros, nadie, por lo general, se esfuerza y busca aprender a pensar de manera diferente cuando no se ve en la necesidad o en la obligación de hacerlo. Nadie se esfuerza por salir de aquello que llamamos zona de confort quizás movidos por el mismo miedo que da el no poder alcanzar lo que se quiere y luego sentirse frustrado por ello.
Desde mi perspectiva creo que en este contexto es importante aprender a lidiar con la frustración de manera positiva, entendiendo en todo momento que el premio a recibir por todo aquello que nos propongamos a hacer no es el ganar la carrera, sino todo aquello que aprendamos en el camino. Que es vital crear una ruta para alcanzar nuestros retos, valorar todos aquellos logros por muy pequeños que nos puedan parecer en un principio, y que en todo momento debemos buscar soluciones creativas ante cada problema.
Creo además que es normal, es válido y es necesario de vez en cuando sentirse mal, siempre y cuando podamos cambiar nuestro discurso de víctima y visualizándonos siempre en aquello que realmente queramos ser y lograr.
Bien dice Robin Sharma “Para romper el maleficio de la frustración que a tantas personas acecha existe un remedio muy simple. Obra como si el fracaso fuera imposible y tendrás el éxito asegurado. Borra todo pensamiento de que no lograrás tus objetivos, sean materiales o espíritu”, es por eso que nunca pero nunca debemos aceptar que NO podremos conseguir algo en lo que creemos y por lo que nos esforzamos.
Comentarios
Publicar un comentario